“Tendemos a volvernos parecidos a las personas con las que formamos vínculos”

Te voy a compartir una historia que refuerza la enseñanza en este blog.

Hace mucho tiempo, en la India de 1901, vivía una mujer que admiraba profundamente a Gandhi. Confiaba en su sabiduría y anhelaba transmitirle a su hijo una lección importante. Este niño, como muchos otros, tenía un gran apetito por los dulces. La preocupada madre decidió llevarlo a Gandhi en busca de orientación.

Con humildad, la mujer se presentó ante el líder espiritual y le rogó: «Por favor, Gandhi, necesito tu ayuda. Mi hijo tiene un gran deseo por los dulces que me preocupa. ¿Podrías decirle que ya no los coma?»

Gandhi, con su mirada serena y suavidad en las palabras, respondió con una sonrisa comprensiva: «No puedo decirle al niño que deje de comer dulces.»

La mujer se sorprendió y, con cierta confusión, preguntó: «¿Por qué? ¿Acaso no puedes ayudarme en esto?»

Gandhi explicó con calma: «Mira llévate a tu hijo y vuelve en 30 días.»

Intrigada pero dispuesta a confiar en él, la mujer asintió y regresó 30 días después. Una vez más, se acercó a Gandhi con la misma súplica en sus ojos.

Esta vez, Gandhi se puso de pie con determinación y se acercó al niño. Con voz suave pero firme, le dijo que ya no debía comer dulces.

La mujer, asombrada por el cambio de actitud, no pudo contener su pregunta: «¿Por qué no pudiste hacer esto hace 30 días?»

Gandhi, con una sonrisa tranquila, respondió: «Hace 30 días, yo también disfrutaba de los dulces. No podía aconsejar al niño que dejara de comerlos hasta que yo mismo dejara de hacerlo.»

Y así, con su ejemplo, Gandhi enseñó una lección invaluable sobre la coherencia entre lo que predicamos y practicamos.

Enseñanza del cuento

Si queremos enseñar carácter debemos de mostrar carácter, no importa lo que digas sino lo que hagas,  para poder transmitir con la esencia de la verdad. Es fácil hablar de integridad, honestidad o compasión, pero es en nuestras acciones diarias donde se revela verdaderamente quiénes somos. Si nosotros no somos personas de carácter,

 ¿Cómo podríamos esperarnos de ellos? 

«Autocrítica del carácter»

Las respuestas son privadas, no están hechas para que otros las evalúen.

  • ¿Tomaste decisiones pensando en el bienestar familiar a largo plazo?
  • ¿Fuiste consistente en tus compromisos familiares?
  • ¿Mantuviste tus valores ante presiones externas?
  • ¿Supiste reconocer y corregir tus errores con tus hijos?
  • ¿Mostraste empatía en situaciones difíciles con tus hijos?
  • ¿Ejerciste autoridad de forma justa y equilibrada?
  • ¿Fuiste un modelo de integridad y honestidad?
  • ¿Promoviste el diálogo abierto y el respeto en la familia?
  • ¿Mantuviste la calma en momentos de tensión con tus hijos?
  • ¿Priorizaste el bienestar emocional de tus hijos sobre tus propias necesidades?

“La tarea más exigente, que te hace más humilde, y que te recompensa en la educación del carácter, es educar tu propio carácter”

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